El concepto de educación, el primer sentido del término es el resultado subjetivo: la persona educada. De allí se extrae el objeto formal: ya que la educación como entidad es una accidente perfectivo, una realidad operable. Entonces la formalidad que especifica es el fin.
La educación no puede reducirse a un proceso técnico, porque el sujeto no es receptor pasivo, sino conciente y libre y por eso el mismo proceso no tiene siempre idéntico resultado.
El punto de partida en el planteo de la filosofía de la educación es la concepción del sujeto de la educación. Después la teología de la educación, donde tendrán su lugar propio la dimensión sobrenatural del sujeto y la consideración del fin de la educación desde los datos de la Revelación. La finalidad última es el desarrollo inmanente de ese sujeto que opera y su proyección, transitiva, en el actuar y en los resultados objetivos de ese actuar (en los ámbitos de lo social, lo cultural, lo religioso, según se consideren las direcciones y términos posibles de lo transitivo).
A partir de la determinación del fin deberán plantearse los objetivos de la educación en tanto éstos son fines intermedios.
Así, se plantea el tema de la cultura como causa formal extrínseca y la relación entre educación y cultura en relación con la cuestión antropológica de los objetos propios de las capacidades.

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